[...]nunca
sola y siempre arbitraria en las palabras o en el uso, en las comidas,
solapando deseos y espacios llenos de imágenes [...] algo terrestre en lo que consumirse: una mortaja, un cinturón de
carne, larvas retorciéndose en cuerpos calientes, un dedo aplastando colillas,
una voz que se arroja a los perros[...]