La sequía de los días, las horas.
Los muertos, la rabia, las horas.
La sequía, el descoloque, el amasijo de cadáveres.
Han venido para esto: recoger cada vértebra y renombrar el daño.
*
Ahora es repetirse multiplicado. Hasta cuándo. Y yo aquí enfermando descontenta en desaprobación constante y opuesta. Y yo aquí tocándome envuelta en esta rabia escurridiza, esta malformación, esta desventura que irradia sangre y que advierte al poder: no tiemblo, no asomo, no cicatrizo. Que mis veintisiete heridas aun no sanan, que me asemejo a bocas a encías, que escupen sudor blanquecino, estas cuencas, estos dientes que dicen: aprieta contra ti los huesos y cruje sin alimento y di: ya no sano, ya no cicatrizo, ya no se desploma el vientre ni el pulso dormido, ya no existe, ya no tiemblo a escondidas de mi misma, es un venir y llevarme continuo, es la marea, la frontera, la inexactitud humana.
Aquí oruga enferma, gusano venenoso.
Aquí araña o mosca.